Las imágenes, cuidadosamente elegidas, destacan por su armonía, sentido estético y formalismo. Una luz homogénea, gracias al ambiente nublado, baña los edificios, playas y lugares más característicos de Santander remarcando su elegancia y, sobre todo, haciendo gala de la presencia imponente de sus palmeras. En el devenir cotidiano de la ciudad, quizá pasen desapercibidas para sus viandantes, pero en las imágenes claman exultantes su presencia capital. Ellas son siempre las protagonistas de unos escenarios fotográficos prácticamente vacíos, liberados de personas y al servicio de un espectador capaz de proyectarse en sus calles, parques y avenidas.
El trabajo de Miguel Soler-Roig sobre la ciudad pretende generar preguntas al espectador conectando la historia del arte o de la arquitectura con cuestiones actuales sociales y resignificando la realidad actual bajo ópticas innovadoras. No podemos olvidar que, en la actualidad, el pensamiento y la creatividad son los referentes que en el futuro definirán nuestros espacios, nuestra estética y la forma de relacionarnos. En palabras del propio artista: “El arte requiere imaginación, cuando una fotografía reproduce más (o menos) la realidad, no se convierte en una imagen falsa, simplemente representa una ilusión óptica diferente a lo que nuestra mente es capaz de ver; una perspectiva distinta a una imagen preconcebida”.